Texto original: Al-Jumhuriya
Autor: Yassin al-Haj Saleh
Fecha: 06/08/2017
Libertad para Samira Khalil
(Diseño: El pueblo sirio conoce su camino)
Sammur, la
sangre no ha dejado de derramarse ni un solo día durante los casi tres años y ocho
meses de tu ausencia. Sin embargo, nuestra lucha hoy se define por la
partición, las zonas de influencia, y la multiplicidad de guerras paralelas.
Pedíamos pluralidad política, Sammur, y conseguimos la multiplicidad bélica. En
lugar de la pluralidad en un país único, lo que hoy tenemos es una pluralidad
de países.
Rusia está en la
costa y tiene bases militares en más de una zona. Su guerra es contra las
fuerzas opositoras al régimen. Irán está en Damasco y, ya sea a través de
Hezbollah o de forma directa, en Alepo, Qalamoun, Daraa y otras regiones. Su
guerra pretende apuntalar al régimen y dominar el país, para lo que ha ido
adquiriendo inmuebles y terreno en Damasco, Homs, la costa y otros lugares.
Turquía está en Jarabulus y Al-Bab, y libra su guerra contra el PKK. EEUU está
en Raqqa y la zona de la Jazira, enfrascado en su guerra contra Daesh, y
principalmente por medio de las fuerzas kurdas, tiene cercada a Raqqa. Antes
del inicio del bloqueo, los estadounidenses cambiaron las reglas del
enfrentamiento para ser más tolerantes con los “efectos colaterales” entre los
civiles. Durante los meses de junio y julio han caído entre 1.300 y 1.500 víctimas
civiles que aún estaban en la ciudad, y cerca de 40.000 en total según las
estimaciones. Con este porcentaje de víctimas civiles cuya muerte se justifica,
esta es una guerra terrorista con todo el significado de la palabra. En todas
sus acepciones, el terrorismo incluye los ataques contra civiles o la absoluta
falta de consideración por su vida, a fin de lograr objetivos políticos.
Al-Hasaka y
Qamishle están bajo el dominio de las fuerzas de la organización siria del PKK
en Turquía. El régimen tiene presencia en ambas ciudades. Deir Ezzor está
dividida entre el régimen y Daesh, y parece que los rusos están hoy trabajando
para dominarla.
¿Que dónde está
el régimen? Bashar al-Asad sigue ahí, pero su régimen está carcomido desde el
interior por las bandas criminales, los intereses contrapuestos y las fuerzas
de pillaje hambrientas a quienes dio rienda suelta y que ahora no parece poder
controlar.
En Al-Ghouta
oriental, no se puede descartar que el Ejército del Islam mude la piel y que
llegue a algún tipo de acuerdo con el régimen en que se desprenda de las armas
que ha acumulado y con las que ha matado a muchas personas de Duma y Al-Ghouta
oriental a cambio de enfrascarse en enfrentamientos de intereses y por la
influencia en la zona.
Idleb, donde han
encontrado refugio (aunque también en las zonas del norte de Alepo) los
habitantes de muchas zonas del país -Daraya,
Al-Qabun, Barzeh, Zabadani y Al-Wa’r-
va progresivamente cayendo en manos de Al-Qaeda. Hace unas pocas semanas, el
Frente al-Nusra, que ahora se llama Ha’yat Tahrir al-Sham, derrotó a Ahrar
al-Sham y prácticamente domina la región al completo. Se trata de un foco de
guerra continua que puede tener poca actividad pero durar mucho tiempo,
llevándose por delante un buen número de víctimas y provocando destrucción.
La guerra no ha
terminado, sino que se ha convertido en un cúmulo de guerras paralelas. Muchas
zonas del país son también candidatas a una situación similar que durará largo
tiempo.
¿Que dónde está
la revolución? ¿Y la gente? Sammur, se calcula que cerca de medio millón al
menos han sido asesinados, y es muy probable que dicha estimación que se hizo
hace cerca de un año en un periódico británico haya aumentado en decenas de
miles por lo menos. Hay cerca de 6 millones de emigrantes fuera del país, de
los cuales 5,052 millones están en Turquía, Líbano, Jordania, Egipto e Iraq, y
937.000 en Europa, más o menos la mitad en Alemania. Además hay 7 millones de
desplazados internos en zonas cercanas o lejanas a sus lugares originales de
residencia. En general, el desplazamiento es desde las zonas que estaban fuera
de control del régimen, en las que la vida se ha hecho imposible, hacia zonas
controladas por el régimen, donde la gente se salva de bombardeos y bloqueos al
menos, aunque la vida allí sea cada vez más complicada. La electricidad suele
cortarse, el suministro de agua, intermitente, y las personas cada vez son
menos dueñas de su ciudad y sus vidas, incluso menos que antes de la
revolución, pues viven con una sensación creciente de estar fuera de lugar. Esa
sensación no solo afecta a los refugiados desperdigados por prácticamente todo
el mundo (¡hace dos años teníamos un refugiado sirio en Hong Kong y ahora dos!),
sino también de quienes residen en Siria, muchos de ellos.
Siria, que no
tenía interior, y que desarrolló, por medio de las manifestaciones y los
revolucionarios, un interior que bombeaba vida en los dos primeros años de
revolución es hoy un país de múltiples interiores y exteriores. Mucho del
interior de Siria está en el exterior y mucho de su exterior, en el interior.
Hoy hay Siria en Turquía (por encima del 12% de la población original siria),
en Líbano y en Jordania (los dos países hermanos y vecinos donde los sirios
reciben el peor trato posible), en Alemania y en todas partes. Por otro lado,
Rusia está en Siria, Irán está en Siria, la yihad global está en Siria, y
también Turquía y el PKK. Hasta Bashar al-Asad está en Siria.
Hoy cerca del
80% de sirios están bajo el umbral de la pobreza, Sammur, y al menos 160.000
desplazados desde Damasco, Homs y sus zonas colindantes viven en tiendas en el
norte del país. Cerca de un cuarto de millón de refugiados están en Turquía (el
cómputo total son unos 3 millones).
No se sabe el
número exacto de detenidos y secuestrados, pero se calcula que son decenas de
miles o que superan los 100.000. Hace unos meses, Amnistía Internacional
publicó un informe sobre la cárcel de Seidnaya donde se estimaba que cerca de
13.000 detenidos habrían sido asesinados entre septiembre de 2011 y finales de
2015. Fueron ejecutados en la horca, y eso sin incluir a los que murieron de
hambre y enfermedades en ese lugar que el informe llamaba “matadero humano” o
en las sedes de la inteligencia.
El destino de la
revolución es el destino de esas personas, Sammur: los que fueron asesinados y
aquellos cuyas casas han sido destruidas, los detenidos y los torturados, los
desplazados en el interior y el exterior, los empobrecidos, los habitantes de
las tiendas y los barrios pobres. La comunidad de trabajo siria que llevó a
cabo la revolución ha sido destrozada para destrozar la revolución, y sus
despojos han sido desperdigados por todas partes, Sammur.
En la diáspora
siria, en esas Sirias desperdigadas cerca y lejos, muchos de los que están en
una situación algo mejor intentan hacer algo. Algunos sufren, especialmente los
jóvenes, las diversas crisis de una sociedad de desarraigados, en cuya
resolución tropiezan y en la que se desintegran cuando no consiguen resolver
sus problemas. La lejanía, la desmembración de la familia, la dispersión del
sistema de conocidos y las esperanzas se suman a la destrucción de los muchos
entornos sociales en el país. Esto ha empujado a muchos y muchas jóvenes a
situaciones preocupantes e inestables sin apenas contar con ayuda de nadie.
Sin embargo, hay
quienes estudian en universidades o desarrollan sus habilidades en diversos
centros de formación profesional y cultural, y dominan lenguas extranjeras. Tal
vez, en unos pocos años veamos el efecto positivo de todo esto, y sirva para
compensar una parte de la desgracia de nuestro país. Puede compararse con lo
que hicimos en la cárcel cuando nos afanamos en aprender: cambiarnos a nosotros
mismos para compensar lo que se perdía de nuestra vida.
Sin embargo, ya
durante los días en la cárcel, Sammur, fui consciente de que nada se puede
compensar. Y lo que es cierto sobre la cárcel es aún más cierto en este
absoluto cerco a la revolución y en esta destrucción total del país. Eso lo
sabes bien, pues en tus folios [1] decías que la cárcel que conociste con tus
compañeras era una broma comparada con el bloqueo. Y hoy eres quien más sabe
que el cerco es una broma en comparación con el cerco dentro del cerco, el
cerco doble, del cual tú eres rehén. Tu ausencia no se puede compensar, nada
puede compensarla, Sammur.
En mi corazón no
puedo decir a quienes te tienen cercada: “Cercad a quienes os cercan, no queda
otra opción”. Ni creo que Mahmud Darwish hubiera dicho eso si tuviera a una
amada en tu lugar y él estuviera en el mío, y la situación fuera la misma [2]. Pero
del mismo modo que él, intentamos alimentar la esperanza, o inventarla.
Mi deseo
principal, Sammur, es que estés bien y que sigas manteniendo la ironía
balsámica que siempre te ha caracterizado. Esa es la única compensación posible
para mí.
Besos, corazón
mío,
Yassin
[1] Se refiere a los folios recogidos en Diario
del asedio a Duma 2013, disponible en castellano gracias a Ediciones
del Oriente y del Mediterráneo.
[2] Se refiere al poema del poeta nacional palestino Mahmud
Darwish Saqata al Qina’ (La máscara ha caído).
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